Como los mejores perfumes, las buenas amistades nos acompañan siempre.
Son genuinas, persistentes, nobles, siempre presentes…
Nos ayudan a recordar y nos trasladan a los momentos que nos hicieron felices, momentos de descubrimiento, de desilusión, de crecimiento, de puertas que se abren, de tardes de alegría, de innumerables deseos compartidos.